ES TIEMPO
Para que nuestra vida no se nos vaya… sin darnos cuenta.
Diciembre, como último mes del año, se ha convertido con justa razón en el consentido para arreglar la casa. Todas las energías se disponen hacia un solo objetivo: lograr que los 31 días alcancen para hacer lo que no se pudo en el hogar los otros 334 días. Tal vez sea por lo especial de la fecha, porque es un mes de descanso donde la mayoría estamos en la casa, o porque queremos iniciar el año con una imagen renovada, dejando atrás la vieja fachada.
Definitivamente, es una actitud que también se ve reflejada en nuestra vida personal. En efecto, el cambiar del calendario tiene un efecto casi que mágico e involuntario en nuestra mente: nos dispone a pensar en cambios, en renovaciones internas y externas; lo que nos coloca en la temible labor de examinarnos, de hacer un balance existencial, de mirarnos con honestidad en los doce meses que pasaron. Lo de temible lo digo por lo que podemos encontrar en este escrutinio personal, en la desnudez de nuestra realidad vivida.
Es en ese instante de desilusión donde nos damos cuenta de las tareas que dejamos de hacer, de los propósitos que no cumplimos, de los sueños que no alcanzamos y de los compromisos que faltamos. Lastimosamente, a diferencia de las remodelaciones que podemos alcanzar a hacer en nuestra casa en los fugaces días de diciembre, no queda tiempo para pasar la prueba en pleno jolgorio navideño. O a lo mejor pasamos raspando la asignatura que llamamos vida. O tal vez sí fuimos juiciosos y cumplimos con lo proyectado un año atrás.
De todos modos, lo que nos deja esta reflexión inicial es que la vida, como el tiempo, se nos va tan a prisa, sin darnos cuenta. Bajo este espíritu motivado redacto estas líneas para contarte que es el tiempo oportuno para revisarte en lo que va corrido de este año y hacer los cambios que sean necesarios, de tomar decisiones concretas, debidas y de vida, que te lleven a cumplir tus objetivos, redefiniendo tus acciones. Es el momento preciso, no hay que esperar a que nos coja el efímero diciembre para tomarnos este tiempo valioso, único, con nosotros mismos, reconociendo nuestras oportunidades de mejora en este plan de vida 2013.
Pero no podemos empezar a redefinir nuestro camino y hacer los cambios requeridos, si antes no nos hemos tomado el tiempo para reflexionar sobre lo que debe ser cambiado o mejorado. Es fundamental para saber en dónde y cómo estamos, para luego definir hacia dónde queremos llegar.
Comencemos por aspectos pequeños de nuestra vida, desde lo que esté a nuestro alcance hacer o cambiar. Puede ser algún aspecto a mejorar de nuestra forma de ser, de nuestras relaciones con nuestra pareja o con los demás, o de nuestra vida laboral o profesional.
Este primer paso nos ayudará a pensarnos con un corazón humilde, reconociéndonos como seres con virtudes y falencias, que fallan y que caen, pero que cuentan en su interior con la disposición de intentar ser mejores cada día. Seres que tienen mucho para dar en la construcción de su felicidad y la de los demás. Sólo así, en la valentía con la que asumamos nuestra realidad humana en nuestros próximos días, agarrados en el amor de Dios que se nos da, podremos emprender de nuevo el camino con nuevos retos y metas a alcanzar, esas que le dan sentido y sabor a nuestra existencia.